Creo que me gustaría, poder echar a andar por el mundo, sin freno, sin bandera, sin ningún lastre, que me detuviera, únicamente algún paisaje de ensueño, una tormenta, un huracán, algún ovni que cayese sobre mí, pero luego arrancaría de nuevo, no importando lo que pase, sin olvidar, pero dejando atrás lo que sea necesario, sin adelantar más de la cuenta, pero con la vista fija en el horizonte, no importa si es día o noche, si es invierno o verano, pero en otoño, detener un momento para aspirar esos aires que son tan diferentes, recoger algunas hojas, de cualquier árbol que las hubiese botado, alcanzar los vientos, mirar las lunas llenas que pueda, recibir el sol que me queme y me haga sentir sudoroso, sin fatiga, sin cansancio, con el alma en un hilo, pendiendo únicamente de ella misma, con el cuerpo casi sin peso, casi sin necesidades, y así seguir volando, volando, volando, hasta llegar al infinito, fundirme con él y así infinitesimalmente, encontrarte, conocerte y .... Empezar a vivir la verdadera locura de la vida, de la esperanza, de la eternidad.